Entre los muchos atractivos que ofrece Sevilla al visitante, además de sus monumentos, casas palaciegas, callejuelas y plazoletillas encantadoras, se encuentran sus jardines. Con la llegada de mercancías del Nuevo Mundo al puerto de Sevilla, ya en el siglo XVI, llegaban barcos cargados de tesoros, muy sonados y a veces tendiendo a la exageración, como las toneladas de oro y plata. Pero entre estos efímeros tesoros llegaron otros mucho más notables, miles y miles de plantas desconocidas hasta entonces en Europa: cereales, legumbres, plantas aromáticas y decorativas… La ciudad se llenó de jardines donde estas plantas hacían las delicias de los expertos botánicos de la época, autóctonos y foráneos, que se dedicaban afanosos a su estudio. Dicen que el propio Cristóbal Colón, cuya residencia sevillana se encontraba fuera de la zona amurallada, disponía de una hectárea que dedicó en su totalidad a estas plantas.
¿Interesante verdad? Pues mucho antes de estos acontecimientos, ya existían en Sevilla jardines para deleite de propios y ajenos, y uno de sus más antiguos moradores y protagonista era ya nuestro naranjo sevillano.
A pesar de no ser un árbol de abultadas dimensiones y de su apariencia humilde, no hay visitante que tras su paso por la ciudad no guarde en la retina la imagen de un naranjo junto con el resto de atracciones. Y es que nos es de extrañar, es de hecho casi imposible encontrar un rincón de la ciudad sin el sempiterno naranjo.
En la cabeza de todos surgen varios interrogantes: ¿Por qué la presencia de estos árboles frutales por toda la ciudad? ¿Cuántos naranjos hay? ¿Cuáles son sus usos? ¿Cuál es el origen del propio árbol y desde cuándo su presencia?
Empecemos por su propia historia y características:
El naranjo es un árbol de tamaño medio, con una copa frondosa de forma redondeada y hojas perennes. Como tantas otras plantas, la floración se produce en primavera, y lo que en otros idiomas se nombra simplemente como flor del naranjo, en el nuestro decimos azahar. Un vocablo de origen árabe que para nosotros los sevillanos evoca en la mente una agradable fragancia, y la alegría de la llegada de la primavera y nuestras fiestas mayores; la Semana Santa y la Feria de Abril. Más tarde, tras la caída de sus flores, aquellas que hayan sido germinadas permanecerán en el árbol y darán lugar al fruto, la naranja, cuya maduración se extiende de julio a febrero.
¿Cuál es su origen?
Tanto el naranjo como el limonero son originarios del sureste asiático y ya emperadores chinos, 200 años a.C. lo imponían entre los tributos a la población. De aquí se extendió a la India, y de Oriente Medio a Oriente Próximo en un primer lugar, con la expansión del Imperio Romano y después con el desarrollo de las rutas comerciales de los árabes. Aunque hay indicios de que durante el periodo de dominio romano ya se trajeran ejemplares a estas regiones, sin duda, su mayor expansión se produjo bajo el dominio de dinastías de origen árabe y la consiguiente creación de Al-Ándalus. Con aquellos primero dirigentes de la nobleza damasquina, permearon su cultura, su gustos y creencias religiosas. Los jardines de ciudades relevantes como Córdoba, Granada y Sevilla se creaban a imagen y semejanza de sus palacios y ciudades en Oriente Próximo.
¿Cuáles son sus usos y qué variedad encontramos en Sevilla?
Por todos es conocido el gran aporte de vitamina C de cualquier cítrico, y todos recurrimos al tradicional zumo de naranja en los meses de otoño e invierno para reforzar nuestras defensas contra gripes y resfriados.
El Citrus aurantium , es la especie que ustedes encuentran en nuestra ciudad. Este es su nombre científico, para los no entendidos o expertos, y ¡ojo, aquí viene la sorpresa! ¡es un “naranjo amargo”!, y su fruta no se puede comer fresca, ¡no se puede comer sin más! ¡Nada recomendable tomarse un zumito de Citrus aurantium!
¿Para qué está variedad de naranjo?
Del naranjo amargo son aprovechables tantos sus frutos, como sus hojas, como su flor.
Ya en la Edad Media, los árabes aprovecharon sus propiedades curativas y aromáticas. Tanto la flor de azahar como las hojas se destilaban transformando sus aceites en ungüentos y tónicos que calmaban dolores estomacales, sanaban afecciones de la piel o ayudaban a relajar los nervios y proporcionar descanso. Los perfumes elaborados en Sevilla y otras ciudades notables de Al-Ándalus competían con las fragancias más refinadas de Damasco o Bagdad.
Volveremos sobre este tema y os contaremos sus usos actuales.
Y hablando de la actualidad, ¿tienen ustedes una idea de cuántos naranjos hay en Sevilla tanto en sus calles como en sus parques? ¡El Ayuntamiento contabilizó el año pasado nada menos que 46.000 ejemplares! ¡Sevilla es la ciudad del mundo con más naranjos!
Sígannos y la semana que viene les contaremos algunas curiosidades más sobre los naranjos sevillanos, o mejor aún, se lo contamos en directo en nuestras visitas con Sevilla en un día.